lunes, 28 de junio de 2010

Poesía 1980-2005, de Luis García Montero/ Rafael, de Lamartine/ El diablo en el cuerpo, de Raymond Radiguet


Toma ya, hace casi un mes que no actualizo y ahora que lo hago, lo hago a lo grande. NO os tomaré mucho tiempo, fantasmas míos, así que estad tranquilos.

Me compré el libro de García Montero hace un tiempo, y he leído el primer libro (primera obra), ese que los poetas suelen escribir con sobrenombre por temor a que sus amigos los llamen maricones, y por temor también a que la crítica eche demasiadas pestes. Así, el poeta puede escribir otro libro más adelante usando su propio nombre, el que aún está limpio. O por moda, también se hace por moda. Luis García Montero no es de ésos, porque yo, aunque no entienda mucho de poesía, sé que es un gran poeta, que maneja los ritmos que te cagas y que encima te toca el alma con un látigo de seda. ¡Zas! Poeta de la experiencia, que incluye teléfonos, taxis, camas y ese tipo de cotidianeidades en su poesía, para hacer de ella también algo de documento histórico, totalmente apegada a nuestro tiempo. Recomendable.

Rafael. Con Rafael me ha ocurrido una cosa que espero que no me vuelva a ocurrir jamás. He tenido que dejar el libro aun siendo éste un clásico. No he podido con él. Es una novela romántica, y ya me esperaba yo algo muy rimbombante y flipaduresco. La novela se basa en el enamoramiento de un hombre que no creía en el amor (eso se repite en la novela para dar luego un golpe de efecto que no hace efecto) y que luego se enamora de la primera golfilla que le sale al paso. Entonces confunde el amor con la muerte y se hace la picha un lío. El caso es que muchos de los capitulitos (a veces tan solo de media página) se pasan mientras el narrador en primera persona reflexiona sobre la pureza de su amor, lo que dios tiene que ver con ella, por qué se podría acabar y qué razón y fundamento tiene en él la naturaleza. Descripciones largas, algunas de muy buena factura, pero un peñazo de novela. Quien piense que va a encontrar algo del amor actual en ella se equivoca, a no ser que sea el lector un falso suicida burgués salido de finales del siglo XVIII. Recomendable si vuestra profesora de literatura os lo exige leer. Si no... allá vosotros con el nivel de azúcar.

El diablo en el cuerpo ha sido una agradable sorpresa. Me la recomendó una señorita francesa, y como no podía ser de otra manera, me encantó. Está narrada en primera persona, por su protagonista, un adolescente de 15 años. Se enamora de una chica mayor que él, ya casada, e inician una relación adúltera que el protagonista disecciona y somete a un análisis muy frío y preciso. Es llo que más llama la atención de la novela, a pesar de todas sus presuntas amoralidades y todo eso. Es cortita, de unas 120 páginas, y te mantiene bastante interesado hasta el final. Critica la moral burguesa, caricaturiza ciertos aspectos de la sociedad y la crítica dice que es bastante antibelicista. Yo solo he visto una brutalidad de novela, escrita además por su autor cuando solo tenía 17 años. Leedla, merece mucho la pena. Au revoir¡

P.D: aún estoy tratando de descubrir por qué he puesto esta foto en el post.

martes, 1 de junio de 2010

Un tranvía en SP, de Unai Elorriaga


Unai Elorriaga es de esos escritores que uno no conoce, pero que cuando conoce le llama mucho la atención. No es un escritor demasiado popular, digo famoso, quizá porque siempre ha ejercicio la profesión más desagradecida de todo el mundillo que rodea a la literatura: el de traductor. Unai se ganaba la vida traduciendo textos del inglés y del español al vasco. De esos años trabajando como traductor adquirió la experiencia necesaria para construir por su cuenta, sin mapas previos, sin reconstrucciones, porque reconstruir en un nuevo idioma es lo que significa traducir.
Unai es filólogo de formación, lo cual explica casi toda la novela, lo explica a él y me explica a mi que estoy al otro lado del papel y de la tinta. Pero lo curioso es que su habilidad como escritor la consiguió en otro sitio; la carrera, la universidad, solo lo convirtió en un buen lector.
Unai dice que el escritor que más le ha marcado ha sido Cortázar. En este blog nunca se ha hecho un análisis siquiera somero de un cuento o novela de Cortázar, y eso ocurre porque hay miedo de no estar a la altura, inclusó tratándose de solo un comentario, que nadie va a leer. Olvidemos esto: el que importa es Unai. Unai dijo que Cortázar le enseñó a ver la literatura desde un punto de vista diferente. No dijo más, pero yo entiendo todo lo que podría seguir. Simplemente, es el afán lúdico, lo que movía a Cortázar y lo que mueve a Unai, en planos diferentes, normalmente.
Un tranvía en Sp ganó el premio nacional de narrativa, pero a quién le importa eso. Lo que realmente importa es que Unai se lo merecía. Probablemente. Un tranvía en SP es una magnífica primera novela. Además es muy española. Tiene todo lo que la novela un poco underground española tiene. Escrita muchas veces en primera persona, con personajes de lógica limitada pero aplastante. Oraciones cortas, puntos destructivos y muy rítmicos, flujos de conciencias extraños y un lirismo que viene de la poesía de la experiencia; es decir, paredes de color de chicle, que me recuerdan a la serrería, el tranvía, Rosa muerta, pero no tan muerta, etc. No son buenos ejemplos, pero el lector sabrá entender. Es una novela corta y bastante fragmentaria. La estructura tiene momentos brillantes, en los que a veces se unen nuevas informaciones con informaciones ya adquiridas previamente dentro de la novela y encaja una pequeña parte que quizá de otra manera sería desafortunada, y uno lo disfruta y le sabe bien, como a fresita o a algo así. Me gusta cómo Unai se pasa por el forro los cánones viejos de la novela. Cambios de perspectiva, de punto de vista, de persona... reflexiones no demasiado densas, pero sí muy líricas y bonitas. Lírica especial, eso sí.
La palabra es grande en la página, es gorda y escueta, por eso uno le da tanta importancia a la elección acertada de cada una. Unai lo hace bien, narra bien y tiene fuerza imaginativa. La estructura nace de lo metaliterario, cuando Lucas divide en dos partes el día: lo que es el día en sí, y cuando empieza a dejar de ser día para ser noche. Luego, los capítulos se dividen así. Genial.
La novela trata de un viejecito enfermo y su hermana, que vuelven a casa después de un tratamiento en el hospital y se encuentran a un joven en su casa. A mí esto me pareció un poco forzado toda la novela, pero es perdonable. Se crea una relación preciosa entre ese chico y el viejecito y su hermana. Poco más quiero decir. Leedla, porque se lee rápido, la disfrutaréis muchísimo, aprenderéis a escribir sencillo y bien, y sabréis por dónde van los tiros de la novela española underground actual. Además, en edición de bolsillo cuesta 7 euritos. Y es para volver a leer. Es una novela que sabe a chicle de sandía.

PD: la foto es de Celia Espada Crevillén. Podéis ver más fotos suyas en:
http://www.flickr.com/photos/sinretoques