domingo, 18 de abril de 2010

Tu rostro mañana. Veneno, sombra y adiós. Javier Marías.


Es curioso que no haya escrito una reseña o comentario o lo que queráis sobre Fiebre y lanza, el primer volumen o tomo de esta novelaza. No lo he hecho porque creo que es el más soporífero, en el que ocurren menos cosas. Los siguientes están más equilibrados, dentro de esa pausa sistemática que persigue Marías en la narración.
Yo sé que en cada época, en cada capítulo de la historia ha habido diferentes escritores llamados a volcar de algún modo los cánones, y posteriormente a asentarlos de algún modo; así se define la historia: sedimento, y reacción contra el sedimento, y de nuevo sedimento. Pues Marías sería, quizá, ese hombre que ha llegado a un sitio inexplorado por los demás, no la reacción, pero algo así. No sé cómo lo leerán dentro de cien años, pero deberían leerlo, eso sin duda.
Este último volumen es el meollo de tu rostro mañana. El narrador, Jaime Deza, se da cuenta de que, aunque es capaz de interpretar a la gente, no conoce sus rostros mañana, no sabe de lo que serán capaces, ni de lo que él será capaz, o sí lo sabe pero no lo quiere admitir o rescatar del tuerto e inseguro olvido, porque lo que fue no es, y lo que no es nunca ha sido. Ese es uno de los temas que se tratan en la novela, pero también muchos más. El desmemoramiento de nuestra sociedad, su pusilanimidad a la hora de querer conocer algo, lo que sea, la ñoñería de la paz tras la guerra, la ficcionalización de la realidad, la atomización de las ciudades, etc.
No os contaré demasiado. Solo que Javier Marías escribe con una personalidad increíble, una maestría abrumadora, y que tiene sus defectos, propios de un aliteratura tan humana.
Hay dos tipos de novelas. las que te entretienen y las que te dan una paliza. Las primeras no requieren esfuerzo, te privan de pensar y te dan sofá café y emociones. las segundas te dan dolores de cabeza, relecturas, garabatos a lápiz en los márgenes y otras cosas; pero sobre todo te dan más, te dan otro libro que solo lees cuando no tienes el libro delante, ese libro que te queda flotando en la cabeza cuando te levantas del sofá y vas a tomar un café con un amigo, y no ves del mismo modo el bar, el amigo, lo que cuentas, a ti mismo: la novela te ha cambiado un poco. Te preocupan cosas, le das vueltas, sin quizá llegar a ninguna conclusión (vade retro, novelas de autoayuda), pero elevándote el nivel de conciencia, como decía un buen amigo mío. Esta novela es ese tipo de novelas. Me ha transformado en cierto modo.
Marías es, además, un excelente novelista. Hay siempre un misterio indescifrable detrás de todo lo que cuenta, y eso crece en ti y se llega a convertir en una gran interrogación que sirve para algo, yo no sé aún para qué.
Conclusión. Javier Marías es para leerlo y disfrutarlo. Es, ante todo, un libro de después de leer. Un libro de pensar y estremecerse recordando. Javier Marías nobel. Ya.

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