lunes, 22 de febrero de 2010

El volumen español


Hoy me he sentado en un banco de los muchos que hay en el vestíbulo de mi facultad. Intenté ponerme a leer como había hecho otras veces, pero resulta que hoy no pude, y eso que lo he hecho en condiciones peores, con todo el hall (perdónenme el anglicismo) lleno de estudiantes. Hoy estaba vacío, pero no me pude concentrar.
Cogí un sitio al lado del quiosco que montan los de la comisión. Es como un negociete que les proporciona un dinerillo a posteriori invertido a su vez en un viaje a un hotel. Ésa es la certeza: el hotel a pensión completa. ¿El lugar? Uno paradisíaco, qué más da. Somos estudiantes españoles. Que se note. El caso es que primero iniciaron tres de ellos una conversación sobre León que me pareció interesante. Hablaban sobre sus calles y el flujo de coches, las obras en cuanto a la circulación y la planificación para poner en marcha un tranvía. Solo escuché a una persona decir que era conveniente convertir gran parte de León en una ciudad peatonal. Alabado sea Dios, una chica con cerebro en la facultad. Los otros reivindicaban su derecho a utilizar el coche. Garrulos. Tontos del culo. Sí, poque cuando se habla de la modernización de una ciudad, estamos hablando de emitir menos gases, estamos hablando de embellecer la ciudad, de hacerla más transitable, de no malgastar el petróleo y otros recursos naturales, de mejorar las condiciones de vida y disminuir las poluciones acústicas, por ejemplo. En Francia y en otras partes de Europa lo han entendido, pero la generación de chavales (20 años, ¡horror!) española se ve que no. Y aquí viene el problema. Mi generación es una generación fruto de los desmanes de la transición. La educación rígida y necronizante del franquismo dio lugar a la del ''dame pan con aceite y métete el libro por donde te quepa''. Pero lo peor no es que a nuestra generación le resbale el arte, el buen cine, la buena literatura y que se sientan preocupados por qué ponerse el sábado, que es día de botellón. Lo peor no es eso. Lo peor es esa costumbre que tenemos de tirarlo todo al suelo, de fumar porque mola, de joder al vecino porque si no me joden a mí, del no le dejo el sitio a este señor mayor, que hubiera llegado antes, del a ver si éste se despista y me cuelo en la cola, del olvidarse de lo duro que es trabajar cuando salimos del trabajo (véase cómo ratamos a los camareros), del ¡España, joder!
Escuché algunas lindezas, como: ''El muy imbécil quería que yo le hablara en inglés, pero le dije: cuando esté en tu país, hablaré inglés; mientras tanto, no.'' Y se quedó tan ancho. El chico tenía acento pueblerino, y hablaba a un volumen tabernario. No parecía acordarse de que estaba en una facultad. En una universidad. En un centro de cultura. Que solo cuatro metros arriba tenía una clase. Que la biblioteca estaba cerrada y yo necesitaba leer un poco. ¡Qué hartazgo de mirarnos al ombligo, en lo cultural y en lo hedónico! ¡Qué generación! ¡Qué joder!

4 comentarios:

  1. Totalmente deacuerdo Dani , esto , creo que es el principio del fin , lo siento como lo describes , la gente se esta des-civilizando , unos pisan el trabajo de otros por pura ignorancia o por conveniencia sin tener ningún tipo de remordimiento.
    No solo es tu generación ... me parece a mí , si no que son unas cuantas y los valores que algún día hicieron que se respetase a una madre o a una persona mayor hoy están dejando de existir y la educación cada vez brilla más por su ausencia .
    Aunque parezca extraño o sorprenda... pienso el principal problema del mundo es que cualquiera puede engendrar un hijo , muchos dirán... que flipao ya te vale :) , bien.. lo acepto pero solo pido que se imaginen una prostituta de las calles bajas de New York y un drogadicto de Madrid , ambos no con pésima educación y preparación . Directamente sin ella... ¿Tiene la culpa el bebé que esperan? pregunto esto por que es quien va a pagar todas las consecuencias de sus padres o bien lo malcrían o bien lo llevan a un orfanato con miles de padres a la espera y unos inviernos jodidos. Esto sin olvidarnos la crueldad de el resto de la sociedad , los dedos que señalan , las oportunidades que se esfuman... y por esto digo que no cualquiera está cualificado para ser padre o madre y si no... echa un vistazo a la sociedad que te rodea .Rcm

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  2. Efectivamente... no solo nos (y digo nos, porque al fin y al cabo quizá todos estemos cagándola igual) estamos descivilizando y desculturizando, que tiene tela la cosa, sino también deshumanizando. ¿Dónde ha quedado el respeto? ¿dónde la educación? o lo que es peor: ¿dónde el sentido común? Cuenta el dicho que cada uno recoge lo que siembra... y como todo siga así, lo único que recolectaremos será basura (no en cuanto a deshechos, sino en cuanto a "personas"). Hoy, cuando en teoría más se invierte y trabaja por una buena educación y una ciudadanía lo más correcta posible, vemos que los resultados... no son malos... son nefastos. Háblale a un chaval de 15 años de ayudar a un/a anciano/a a cruzar la calle... háblale de leer, o d ver un museo... lo mínimo que te puedes encontrar es un <> ¬¬ Pero la cuestión es: ¿dónde empezó todo esto? ¿cuándo y por qué surge esta despojo-sociedad? ¿de qué culpables estamos hablando? y lo más preocupante, al menos bajo mi punto de vista: ¿realmente existen soluciones a estas alturas del juego?

    P.D.: ánimo a padres, profesores y demás personas que aún creen, defienden y se esfuerzan por la educación como algo útil... (mas allá de dar las gracias a la cajera del súper cuando te cobra y embolsa el don Simón).

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  3. (no se publico en el anterior comentario): "Puff, menuda mierda... paso de ese rollo, y deja de rayarme que he 'quedao' con los colegas y no llego"

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  4. Me parece muy interesante todo lo que dices y creo que tienes razón; sólamente discrepo en el asunto de León, ya que a mí me parece que el problema es que en esta ciudad todo se hace mal, ya que está muy bien hacerla peatonal pero simpre si das a los usuarios un buen servicio de transporte público y eso aquí no ocurre; ya que en mi caso y en el de muchos de mis amigos tenemos que recurrir al coche porque vivimos en la periferia y los autobuses tienen un precio elevadísimo o ni siquiera hay autobuses

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